Figura 1. Créditos: (Izquierda) Ephemeris Computation Office at National Astronomical Observatory Japan, cortesía de Aki Takeda. (Derecha) Fotografía de Andrés F. Gutiérrez.
Hoy en día casi cualquier acontecimiento se vuelve mediático en cuestión de horas, y el eclipse solar total del 21 de Agosto de 2017 no fue la excepción. ¿Realmente fue algo extraordinario, o también un ruido mediático al estilo del que generó la noticia de que la primera dama de Estados Unidos se calzó unos tacones de 10 centímetros para viajar hasta Texas? Quizá mientras lea este texto corto piense que soy un Geek de la Astronomía y que me dejo impresionar fácilmente. Tal vez sí. Sin embargo, déjeme explicarle, apreciado/a lector/a, que los eclipses, en particular un eclipse solar total, como se ve en la tierra, es un evento raro.
¿Por qué? ¿Qué se necesita? Una estrella, un planeta, un satélite natural (es decir una luna), que se cumpla una cierta relación entre el tamaño y la distancia entre ellos, y que las órbitas estén, más o menos, sobre el mismo plano. Estos ingredientes principales, usuales para nosotros, no son fáciles de conseguir en el Cosmos. La relación entre el tamaño de la Luna y el Sol, y las distancias relativas de estos cuerpos celestes a la Tierra resulta una coincidencia cósmica [sic]. La Tierra, con un diámetro aproximadamente 109 veces menor que el del Sol, produce un cono de sombra tal que la Luna cabe allí un poco más de dos veces en extensión, casualidad ideal para que desde la Tierra se vea un espectáculo que muy pocos habitantes del Universo podrían presenciar: Un eclipse lunar. Ahora bien, cuando la Luna es la que está en medio del Sol y la tierra y su sombra pasa a través de la superficie de la tierra entonces ocurre otro fenómeno igualmente interesante: Un eclipse solar. Sin embargo, no todo eclipse solar es total, ya que a veces el tamaño aparente de la Luna en el cielo no es suficiente para cubrir completamente el disco solar y en ese caso lo que ocurre es un eclipse solar anular. Cuando no ocurre ni lo uno ni lo otro, el eclipse es parcial, también fascinante. Más al respecto en: (Eclipses: sizigia entre la Ciencia y la Belleza)
Ahora bien, cuando ocurre un eclipse solar, la sombra que la Luna proyecta sobre la tierra cubre menos del 1% de la superficie terrestre, y típicamente recorre unos 10.000 kilómetros trazando una franja de 160 kilómetros de ancho. De esta manera, para ver el sol completamente eclipsado por la luna, se debe estar dentro de dicha franja.
Cuando me enteré del eclipse me alegró saber que yo estaría ese día en un lugar donde el 95.6% del disco solar sería cubierto, así que pensé que no tendría que moverme de ciudad para tener una gran experiencia, ver Figura 1. En su momento, 95.6% me pareció bastante, y de hecho esa cifra parece alarmante en muchas condiciones: por ejemplo, un estudio sobre jugadores de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) reveló que cerca del 95.6% padecían la enfermedad degenerativa del cerebro conocida como encefalopatía traumática crónica (CTE). Terrible, ¿no?...
Las personas han estado en la umbra manifiestan ausencia de vocabulario para describir esa experiencia, ya que realmente debe ser difícil explicar cuando durante dos minutos el día se hace de noche, se puede observar a simple vista la corona solar, i.e., un halo de gas caliente con llamaradas y fulguraciones, algunas estrellas y planetas se hacen visibles, se observa el efecto de ‘anillo de diamantes’, el cual se produce cuando el último y el primero de los rayos del Sol resplandecen justo antes y después de que se produzca el eclipse total, cuando la temperatura llega a cambiar cerca de diez grados en menos de una hora, cuando algunos animales se confunden y empiezan a hacer lo que normalmente harían por la noche… Bastantes efectos y emociones en tan solo un par de minutos difíciles de describir.
Por otro lado, cuando falta “solamente” un 4.96% para totalidad, ninguno de los efectos mencionados anteriormente ocurre y aunque la experiencia es interesante pero queda lejos de ser asombrosa. El día se oscurece un poco, pero no lo suficiente como para ver la corona solar, un planeta o estrella y el cambio de la temperatura es alrededor de cinco grados. ¿Cuál fue mi gran experiencia? Mostrarle a cientos de personas a través de un telescopio el eclipse y responder todo tipo de preguntas en un evento abierto al público que organizamos con dos colegas, Aki Takeda y Jon Eckberg, ver Figura 2. Nos quedó la alegría de haber entregado cientos de “gafas de eclipse” y de permitirle a las personas ver, en la mayoría de casos por primera vez, el disco solar con detalle y con sus propios ojos, ver Figura 1.
Figura 2. Entregamos más de 300 gafas para ver el eclipse de forma segura, utilizamos dos telescopios solares de ocho pulgadas con filtros especiales que bloquean 99.999% de la luz proveniente del Sol y sistemas de proyectamos sobre cartón. Créditos: (Derecha) Andrés F. Gutiérrez.
Más o menos sucede un eclipse total de Sol en el mismo punto terrestre una vez cada 300 años, así que definitivamente me lo perdí. Si usted también se perdió este acontecimiento, realmente maravilloso y único, y no quiere perderse el próximo, quizá deba viajar, ya que en estos casos aplica el dicho de ¨Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña¨, puesto que el próximo eclipse total de Sol visible desde Colombia, por ejemplo, ocurrirá el 11 de mayo de 2059. De hecho este tipo de eventos ocurre de manera menos frecuente que las visitas del máximo jerarca de la Iglesia Católica a Colombia e incluso a Latinoamérica…
Alejandro Cárdenas-Avendaño
Astro-K